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miércoles, 23 de abril de 2008

El Liverpool perdona y Riise congela Anfield

LIVERPOOL, 1 - CHELSEA, 1


Se adelantaron los de Benítez, tuvieron más y mejores ocasiones, pero la diosa fortuna sonrió a los de Grant al final

Kuyt marcó el 1-0

Kuyt marcó el 1-0

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Jordi Blanco

Faltaban diez segundos, no más, para cumplirse los cuatro minutos de prolongación. Se revolvió Kalou al lado del banderín de córner y sacó un centro desesperado, raso y a la frontal del área pequeña y allí, solo, Riise remató impecablemente a la red. A su propia red. Así es el fútbol de sorprendente. Durante sesenta minutos estuvieron los blues a merced del Liverpool y sin embargo se llevaron un empate que sabe a gloria... rematando una sola vez a puerta. Brutal.

El Liverpool mereció más, sin duda, pero no pudo dejar vista para sentencia la eliminatoria víctima de su desacierto ante la meta de Cech y, también, por la mala fortuna que se le apareció en ese instante final. Antes, hubo minutos, bastantes, en los que arrolló al Chelsea a través de una presión asfixiante; minutos en los que convirtió a Lampard (qué partido más lamentable el suyo) en un pelele, a Malouda o Joe Cole en simples secundarios de la fiesta red y a Drogba (lento hasta la desesperación) en un fantasma. Sólo el trabajo oscuro de Makelele mantenía a los de Avram Grant. Bueno, eso y la dureza, en ocasiones excesiva, de los Terry, Carvalho o Ferreira.
Pero si perdonando una vez puedes sobrevivir, cuando lo haces en cuatro o cinco lo acabas pagando y eso es lo que le sucedió a los de Rafa Benítez. Tuvo el gol Gerrard, lo tuvo Mascherano y en dos ocasiones Fernando Torres, pero su mala puntería y el acierto del meta checo mantuvieron en pie a un Chelsea groggy.
Cuando en el minuto 43 Lampard llevó al éxtasis su nefasta noche regalando un balón al borde del área que acabó con el gol de Kuyt pareció que el Liverpool iba a machacar por tercera vez las ilusiones del equipo londinense..

Más aún, los primeros veinte minutos de la segunda mitad fueron una continuación, aumentada, de la exhibición física del equipo de Benítez. Desde Arbeloa y hasta Babel, pasando por Mascherano, Skrtel, Xabi Alonso o Gerrard, todos y cada uno de los futbolistas reds masacraban por velocidad, anticipación y fuerza a los blues. Fueron momentos en los que el Chelsea estaba a merced del rival y presto a recibir el golpe de gracia.

Pero cuando en el minuto 63 Kalou ocupó el puesto de Joe Cole, pareció que el Liverpool se daba un respiro... Y ese respiro permitió al equipo de Grant venirse arriba. No es que el Chelsea pasara de dominado a dominador, pero sí se sacó el agobio de encima y enseñó las uñas con contragolpes bien trenzados y una presión en el centro del campo que bajó los biorritmos de un Liverpool que decidió nadar y guardar la ropa.
Pero aún y así, el final reservaba emociones sin par. Ya en tiempo añadido Fernando Torres tuvo el 2-0 que rechazó Cech y a la siguiente jugada Riise resucitó al Chelsea.

¿Mereció más el Liverpool? Sí, pero no supo sentenciar y se la tendrá que jugar en Londres.

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