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domingo, 8 de junio de 2008

Portugal no necesitó la mejor versión de Ronaldo y Deco


Los dos hombres clave de la selección de Scolari ofrecieron detalles de lo que se espera de ellos

Redacción

Dos jugadores acaparaban la atención en el debut de la selección portuguesa en la Eurocopa. Uno, Cristiano Ronaldo, por haberse convertido en objeto de deseo del Real Madrid; y el otro, Deco, porque se toma la cita continental como el gran escaparate que necesita para reinvindicarse tras una pobre temporada en el Barça. Ninguno dio especiales argumentos para ser ensalzado, especialmente el del Manchester United, al que posiblemente le esté pesando en exceso ser el gran referente del equipo de Luiz Felipe Scolari.

El extremo del Manchester United estuvo muy apagado durante los primeros cuarenta y cinco minutos. Instalado inicialmente en la banda derecha, no entró en juego y no pudo superar a su marcador. Portugal cojeaba en ataque y sobre la media hora Scolari decidió situarle en su demarcación habitual, en la izquierda.

Pero el de Madeira es de esos jugadores que pueden sacar petróleo de la nada y fue él quien más cerca estuvo de inaugurar el marcador. En un libre directo, muy lejano, estrelló el balón en el poste. Tardó 37 minutos en dar una muestra de su enorme categoría. Pero fue suficiente. En el segundo tiempo se le vio mucho más implicado, haciendo uso de esa potencia y velocidad innatas que le transforman en un futbolista de los que no quedan. En la banda izquierda se le ve más cómodo y más seguro en sí mismo. Desde ahí, un flojo remate le impidió protagonizar la jugada del partido en una acción individual y, desde ahí le puso un balón de oro a Nuno Gomes que el ariete estrelló en el larguero.

Cristiano Ronaldo además sabe sacrificarse por el bien del equipo. Jugó en la derecha cuando se lo pidió Scolari, o en la izquierda o incluso de delantero centro en el último tramo.

Deco, recuperado
Como Deco, que se mostró mucho más activo de lo que se le recordaba. El centrocampista del Barça aglutinó el juego ofensivo de su equipo, donde Moutinho y Petit le liberaban de la obligación de defender. En algunos momentos recordó al jugador que encandiló al Camp Nou, como cuando firmó un sensacional pase en largo y en diagonal que Simao (20’) desaprovechó con torpeza o el que le brindó a Moutinho (40’) en una de las más claras ocasiones portuguesas.

El partido sin embargo se le hizo demasiado largo. Deco fue desapareciendo con el paso de los minutos y en el segundo tiempo su influencia en el juego fue mínima. Perdió más balones y recuperó menos, hasta acabar convirtiéndose en un jugador intrascendente. Su actuación rozó la brillantez mientras le duró la gasolina en el depósito pero en el tramo final del encuentro pagó su deficiente trabajo a lo largo de la temporada. Acabó siendo sustituido.

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