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domingo, 11 de noviembre de 2007

El líder sale a hombros del manicomio

EL MALLORCA PLANTÓ CARA Y FUE PERJUDICADO POR EL ÁRBITRO EN UN PARTIDO LOCO


FRAN VILLALOBOS La Liga en juego: Real Madrid-Mallorca

La locura presidió el duelo entre Real Madrid y Mallorca de principio a fin y dejó sus huellas en el marcador (4-3). Los blancos sufrieron para colocarle la camisa de fuerzas a un Mallorca peleón y bien armado que se vio perjudicado por dos errores arbitrales de Fernández Borbalán en un arranque trepidante. La primera incidencia llegó en el minuto tres, con un remate de Pereyra dentro del área tras un fallo de marcaje en una jugada a balón parado. Fue el primer desajuste de un ristra de errores en una noche desapacible para los defensas de ambos conjuntos. Y en el cinco, mano clara de Heinze dentro del área que el colegiado andaluz convirtió en invisible al no decretar penalti.

Era un partido de locos para jugadores como Robinho, que se sentó en el primer vagón de la montaña rusa aprovechando que Héctor era un caramelo en el lateral derecho del Mallorca. En el 12, la conexión brasileña entre Robinho y Marcelo acabó con el balón en las redes tras un cabezazo bombeado del diez madridista. El pase de gol de Marcelo en el primer tanto blanco se vio ensombrecido dos minutos después por culpa de Varela, que estuvo atento a un fallo en el despeje del lateral zurdo para recortar a Casillas y marcar a puerta vacía. El intercambio de golpes del primer asalto siguió por medio de Robinho, que marcó ante Lux en posición antirreglamentaria tras recibir una asistencia de Raúl que se coló entre las piernas de Ballesteros. Segunda polémica del partido y el Mallorca, que rozó el empate instantes después con un remate de Nunes al larguero, otra vez perjudicado en el feudo blanco.

El partido sufrió una desaceleración tras 20 minutos de infarto pero el Madrid fue incapaz de hacerse con el control de la situación. El Mallorca andaba suelto y Varela tenía cargado su fusil. En el 37, apuntó a la escuadra y ejecutó a Casillas con un disparo tremendo que cortó el viento y la digestión a los espectadores merengues, que se marcharon al descanso con la sensación de estar viendo una película de terror, de susto en susto. El más importante fue el que provocó Güiza en el 58 tras un regalo de Diarra, que tiró una pared con el jerezano para celebrar juntos la recién estrenada internacionalidad del delantero mallorquinista.

Otra noche de remontada

Tocaba remontar, igual que en el epílogo de la pasada temporada, y quedaba media hora. Tiempo suficiente para un equipo como el Real Madrid, que lleva tiempo demostrando una fortaleza mental y un espíritu ganador encomiable. Tiene problemas defensivos, el centro del campo no acaba de funcionar y no ha alcanzado la excelencia que se buscaba con Schuster, pero es una máquina de ganar partidos y en situaciones límite. En el 63, Robinho se fue como quiso de Héctor y Ballesteros para servir en bandeja el gol del empate a Raúl, heredero de la casta de los grandes capitanes de la historia del club.

El siete marca goles y también los fabrica. En el 73, se sacó un pase magistral para que su socio Van Nistelrooy marcase en la primera que tuvo. El holandés orientó el control y disparó ajustado al poste de un Lux al que los madridistas sólo visitaron para darle malas noticias. El esfuerzo de la remontada pasó factura al Real Madrid y el tramo final del partido se le hizo largo ante un Mallorca siempre peligroso y con una propuesta futbolística atractiva al que le falló la defensa en casa de un líder sólido que alejó al Barça a cuatro puntos.

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