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martes, 6 de noviembre de 2007

El franquismo y el alcoholismo se citaron en el Camp Nou

EL RIVAL DE LA CHAMPIONS: RANGERS FC


El Camp Nou tembló hace 35 años con la visita de los Rangers en una final de la Recopa que arrasó el estadio

La primera invasión del terreno de juego por parte de los escoceses se produjo antes de iniciarse el partido

La primera invasión del terreno de juego por parte de los escoceses se produjo antes de iniciarse el partido

Santi Giménez

Para la prensa inglesa, lo acontecido el 24 de mayo de 1972 en el Camp Nou durante la final de la Recopa entre el Glasgow Rangers y el Dynamo de Moscú fue una demostración de la “brutalidad de las fuerzas de represión policial franquista”. Para el resto del mundo, fue el descubrimiento de un fenómeno nuevo llamado ‘hooliganismo’, aunque la prensa española se quedó en el calificativo de “gamberrismo”. Ese día en el Camp Nou el franquismo y el alcoholismo se tiraron -literalmente- las sillas a la cabeza.

Era la final de la Recopa. En un rincón, unos soviéticos disciplinados que llegaban como favoritos y que tenían a un mito viviente como Lev Yashin haciendo las veces de jefe de expedición. En el otro rincón, unos escoceses borrachos y heridos en su orgullo que deseaban con todas sus fuerzas inscribir su nombre en el palmarés europeo para suturar de mala manera la herida causada por el Celtic cinco años antes cuado los de Jock Stein ganaron la Copa de Europa.

La final, la ganó el Rangers por 3-2 pero la copa tuvo que entregarse en los vestuarios porque cuando José María Ortiz de Mendíbil, pitó el final del partido, la mayoría de los 25.000 aficionados escoceses que estaban en el campo invadieron el césped. Los ‘grises’, que llevaban hora y media aguantando escupitajos, insultos y agravios a los que no estaban acostumbrados pensaron “ésta es la mía” y salieron a por ellos y empezaron a repartir palos. No obstante, los escoceses, anestesiados y envalentonados a partes iguales por el alcohol no huyeron. Empezaron a arrancar sillas y a repartir más que los policías.

“Histeria, gamberrismo y alcoholismo de los seguidores del Rangers” titulaba la revista ‘RB ‘en su número 863, donde daba cuenta de que “sucesivas invasiones de hooligans borrachos saltan sobre las butacas del estadio e invaden el terreno de juego pisándose unos a otros en un lamentable estado de embriaguez. Varios espectadores, en su ceguera saltan por la tribuna y caen en el foso produciéndose lesiones y roturas”. Era sólo el principio de la batalla.

Los escoceses, rechazados en su primera carga por los ‘grises’, tomaron al asalto los bares del Camp Nou para recoger botellas con las que agredir a los policías. Vidrieras, sillas, botellas, banderas. porras...parecía el Camp Nou un ‘saloon’ del oeste en plena pelea.

Armand Carabén, portavoz del club y persona poco afecta al régimen franquista no tuvo más remedio que declarar que “la actuación policial ha sido ejemplar. Tuvieron que responder a las provocaciones de los energúmenos. La policía, si pecó de algo, fue de prudencia”. Lev Yashin, sin entender nada de lo que pasaba aseguraba que “felicito a la policía española por su correcta actuación ante el reprobable espectáculo de los seguidores británicos”.

Hasta el alcalde de Glasgow, Lord John Mains calificó la conducta de sus conciudadanos como “lamentable y vergonzosa, pero no por ella se puede acusar a la ciudad de Glasgow”. A raiz de estas declaraciones, la prensa de Barcelona solicitó que “una delegación de personas honorables, que no dudamos que existen y en gran número en la bella capital escocesa, visitaran nuestra ciudad para mitigar el mal sabor de boca que han dejado sus paisanos”.

Pues bien, ese día ha llegado y 6.023 seguidores del Rangers estarán hoy en el tercer anfiteatro del Gol Sur en el Camp Nou y 15.000 más estarán en los bares de alrededor.

Esta vez, los hooligans no son una novedad y los grises son un recuerdo del pasado y ahora están los Mossos. La cerveza, no obstante, sigue ahí.

McCloy recuerda que les dieron la copa en el túnel de vestuarios

Guardameta del Rangers en el equipo de 1972, Peter McCloy recuerda aquella final como si hubiese sido el año pasado aunque lamenta que los incidentes finales causados por sus seguidores deslucieran la fiesta. “Fue algo decepcionante que nuestro capitán John Greig recibiera el título por parte de la UEFA en los túneles de vestuarios y a toda prisa. Recuerdo que salí corriendo del campo y sufrí por lo que estaba sucediendo a mis espaldas”, reconoce 25 años después de dicha final. “No supimos que aquello se había puesto tan feo hasta que regresamos a casa y vimos las fotos y los reportajes que salían publicados en la prensa”, reconoce un hombre que hoy mira atrás y se alegra por haber formado parte del equipo que superó al Dynamo de Moscú.

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