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Dentro de dos semanas, el Murcia visita el Santiago Bernabéu para enfrentarse al Real Madrid y Lucas Alcaraz no podrá alinear a Pablo García por culpa de una cláusula abusiva que el club blanco impuso en el contrato de cesión del centrocampista uruguayo.
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Nada más y nada menos que 600.000 euros tendría que abonar el equipo pimentonero para que el charrúa pudiera jugar contra sus ex compañeros. El Real Madrid no cuenta para nada con Pablo García –la pasada temporada lo tuvo cedido en el Celta– pero, como otras tantas veces, se aprovecha de las necesidades de clubs más modestos para imponerles unas cláusulas, que aunque pueden ser legales rayan la inmoralidad. En la misma situación se encuentran clubs como Osasuna (Juanfran, Javi García y Portillo), Getafe (Granero y De la Red) o Almería (Negredo), jugadores que no valen para jugar en el equipo madridista pero a los que luego les impide ejercer su profesión. Los casos de Morientes, Eto’o o Valdo aún escuecen en la casa blanca y no tienen la intención de que vuelvan a repetirse.
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